La Estadía de Einstein en España

Por invitación del matemático Rey Pastor y el físico Esteve Terradas, el científico alemán visitó España entre febrero y marzo de 1923. Una España todavía premoderna y por tanto sin una sostenida tradición científica.
En el año anterior había recibido el premio Nobel de física por la ley del efecto fotoeléctrico y además había visitado África en una expedición británica en 1919 para demostrar su revolucionaria teoría de la relatividad general. Era por tanto una celebridad mundial.
Glick, uno de los tantos biógrafos del genio, cuenta que luego de pasar por Madrid llegó a Barcelona, pero nadie fue a recibirle a la estación, porque al físico se le olvidó avisar en qué tren llegaba, así que caminó con su mujer hacia una humilde estación y allí se quedó.
Los españoles recibieron a Einstein como un héroe, pero como la gran mayoría del público no conocía nada sobre las ecuaciones del sabio, solo le interesaba el barullo de su estadía. Un periódico de la época narraba este extraño interés: “Al presentarse en público que llenaba el aula de la Facultad de Ciencias, el Sr. Einstein fue acogido con una salva de aplausos. Indudablemente, todos allí reunidos le admirábamos mucho; pero si alguien nos pregunta por qué le admirábamos nos pondrá en un apuro bastante serio”.
De todos modos el físico trató de explicar de la manera más clara su teoría de la relatividad general que sostiene que el espacio-tiempo se dispone como una lámina de caucho curvada por objetos masivos como el sol. Cualquier cosa en las proximidades de un cuerpo masivo es atraída hacia él. El físico Archibald Wheeler después de algunos años resumió esta teoría de un modo sencillo con esta frase: la materia le dice al espacio-tiempo cómo curvarse, y ese espacio curvo le dice a la materia cómo moverse. Después de 100 años, el 12 de febrero de 2016, un grupo de investigadores del observatorio LIGO de Estados Unidos, ha hecho pública la detección por primera vez de las ondas gravitacionales que curvan el tiempo-espacio y que viajan a la velocidad de la luz.
Manuel Ancede relata que los medios de aquella época dedicaron muchas viñetas al escaso conocimiento científico de los españoles. Por ejemplo, en una viñeta se explicaba: “Einstein dice que no existen líneas rectas, todas son curvas”, y un hombre le grita a una mujer: “¡Ay qué curvas! ¡Viva Einstein!”.
El físico alemán seguramente abandonó un tanto desilusionado la Madre Patria el 11 de marzo de 1923. (O)

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