Confinamiento y conocimiento

Cuenta la historia que  Inglaterra en el año de 1665, sufrió los efectos de la peste bubónica que mató a 200 mil personas, una infección producida por la bacteria Yersinia Pestis propagada por la picadura de pulgas  infectadas que habitaban en las ratas. La famosa Universidad de Cambridge, epicentro del conocimiento mundial, por miedo a la pandemia cerró sus puertas en agosto para evitar el contagio de sus profesores y estudiantes. El rey Carlos II y su corte también se trasladaron a Salisbury y luego a Oxford.

Un joven recién graduado abandonó la Universidad para refugiarse en su pueblo natal, Woolsthorpe, donde estuvo confinado por casi dos años. El joven se llamaba Isaac Newton. Este confinamiento es quizá, el mejor regalo que  ha hecho una pandemia en la historia del conocimiento.

En su confinamiento, Newton desencantado por las ideas aristotélicas que eran parte del currículo de su Universidad, y con el dominio que había adquirido como estudiante del análisis geométrico, los infinitesimales, las derivadas y el cálculo diferencial, que son los cimientos matemáticos de la sociedad moderna,  tuvo la intuición de la célebre epifanía de la manzana.

El propio Newton decía después de la pandemia: “Supón que estás  pensando en la Luna y pronto cae una manzana al suelo. Es casi inevitable preguntarse por qué cae la manzana y no la Luna”. La conclusión a la que llegó el joven asustado por el confinamiento fue que la Luna también caía, y que girar sobre la Tierra era una forma de caer. Por tanto, la manzana y la Luna se podían explicar por la misma ecuación matemática de la fuerza de la gravedad.

El científico español Javier Sampedro ha manifestado que no es exagerado decir que el confinamiento pueblerino del joven Isaac fundó la ciencia y cambió el mundo. Y que sin llegar a tanto, nosotros podemos ser un pequeño Newton por unas semanas: aparcar al avispero de las redes en el lugar que se merece; pensar un poco en profundidad aunque sea la primera vez en nuestras vidas; y, hacer lo obvio, quedarnos en casa, porque los mejores cerebros del planeta están investigando fármacos y vacunas para vencer lo más pronto la pandemia.

Pensemos, ahora tenemos tiempo.

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