La historia de las matemáticas desde Pitágoras hasta los árabes, hindúes y europeos, narra el camino para alcanzar el conocimiento de la magia de los números. Fue Fibonacci, el pisano, el descubridor de la serie y las proporciones áureas que da lugar a la relación entre ellos. Luego Kepler, en 1611, desarrolló el concepto que pasaría a la historia como “la divina proporción”.
La secuencia a través de la proporción que existía entre los términos consecutivos de la serie, 2 es a 3, lo que 3 es a 5 y lo que 5 es a 8, y así sucesivamente, dibuja una divina proporción o proporción áurea que se mantiene constantemente al dividir cualquiera de los números entre su predecesor en la serie. Esta proporción se representa con el número “phi” en honor a Fidias, el escultor del Partenón: “phi” = 1,618.
El mismo Kepler también intuyó que esta proporción se desarrollaba de una manera análoga en el proceso reproductivo, consiguiendo así perpetuarse. El proceso biológico tiene una fuerza de autorregulación marcado por la secuencia de Fibonacci. Por ejemplo, la filotaxis, la disposición de las hojas en un tallo, se distribuye con la relación áurea.
La ciencia actual ha confirmado que el proceso biológico tiene esa fuerza de autorregulación a través de los genes: la repetición con variaciones armónicas, en una estructura fractal y autosemejante que es la misma que utiliza la evolución para generar las proteínas y los genes que las codifican.
Existen repeticiones con variaciones armónicas tanto en los procesos biológicos, la reproducción de las plantas, la espiga venenosa del corona virus, como en las proporciones áureas de un monumento arquitectónico o en un armonioso concierto de Bach.
De este modo funciona la evolución biológica y las artes. Parece absurdo, pero las espigas de punta redondeada del coronavirus que se proyectan desde su diminuta esfera y que le dan la apariencia de estar rodeada por una corona, emiten un sonido armónico relajante y evocador, en flagrante contradicción con los 1.561.355 casos de contagio y 95.585 muertes confirmadas hasta hoy, en 184 países de los 194 que existen en todo el planeta (EL PAÍS; 10 Abril 2020; 11.30 am. hora peninsular española).
El sonido natural de las espigas con sus variaciones armónicas y la potente figura del coronavirus que evoca la estética del peinado punk y la amenaza global van de la mano en esta pandemia. La misma fuerza de autorregulación que intuyó Fibonacci está confirmada científicamente en la madre naturaleza. Una fuerza con un rotundo mensaje para hacernos pensar en las paradojas de la evolución biológica…
