Figura y Fondo

Las pinturas clásicas desde el siglo 14 hasta la mitad del 19, a diferencia de las obras del Medioevo, se trabajaron con una nueva teoría y sensibilidad: la noción de la verdad óptica, la geometría y la matemática, la armonía y belleza idealizada y su aplicación a través del uso metódico de la perspectiva y la composición.

Estas pinturas tienen a la figura humana como el centro y medida de todas las cosas y el fondo está representado por paisajes naturales  y/o arquitectónicos recreados de la antigüedad clásica y que sirven como temas  para desarrollar los alardes creativos de la perspectiva.

La teoría alemana de la Gestalt de principios del siglo 20, cuya  axioma principal, “el todo es diferente a la suma de las partes”, enuncia que lo que percibimos no es la suma de las piezas de información que nos llegan a través de la mirada, sino que las “formas” se crean en nuestra mente para alcanzar una comprensión estructural nueva de lo que ocurre. El otro principio clave se refiere a la relación “figura –fondo”: cuando se mira un cuadro aparece en la mente del observador un elemento como figura y el otro como el fondo de la figura o viceversa.

En la pantalla partida de la nueva ágora virtual contemporánea, nuestros inefables políticos se  presentan como importantes figuras con fondos de pantalla que les sirven de marco, para representar de este modo el signo de su específica personalidad. La figura y el fondo se constituyen en formas comunicacionales que tratan de influir en nuestras conciencias.

Por ejemplo, la figura del “experto” tiene como fondo una abigarrada biblioteca, con lomos de libros de vivos colores que solo hacen juego con las cortinas del estudio;  el “exitoso empresario”que no ha previsto un capital de contingencia para salvar su negocio, ahora venido a menos por la pandemia, se presenta en primer plano en un salón adornado con obras de los artistas más cotizados; y los ministros demagogos acuden con desfachatez al set de la televisión pública, con el fondo del bellísimo Panecillo, para “informar” sobre la situación nacional del Covid-19.

Es la vivaracha utilización de la antigua técnica “figura – fondo”  en este nuevo escenario virtual, que no puede causar más que, como lo define con mucho acierto mi entrañable amigo Diego Jaramillo: agorafobia.  

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