La fuerza de la vida

Millones de madres iniciaron la aventura de la maternidad en el mundo que conocíamos.  Algunas todavía se preparan para dar a luz y otras ya lo han hecho pero en un planeta totalmente diferente.

En el día de la madre, – reconocido el segundo domingo de mayo en más de 128 países -, la UNICEF recordó que el número estimado de niños que nacerán a la sombra de la pandemia será de alrededor de 116 millones. Los recién nacidos serán recibidos dentro de las 40 semanas  contadas desde el 11 de marzo, fecha declarada de la pandemia,  en condiciones difíciles que incluyen medidas de aislamiento, toque de queda, centros de salud sobrecargados, escasez de suministros, equipos e interrupciones en los servicios sanitarios.

Pero la fuerza de la vida, en estas condiciones extremas que vive el planeta,  hace que el ovillo del genoma humano realice el milagro de una coreografía perfecta para ayudar a formar células,  tejidos y órganos de un cuerpo completo del bebé, para luego de nacido, mantenerlo vivo y sano.

Toda la información que el bebé necesita está escrita en su genoma: una doble hélice que contiene 3.000 millones de letras de ADN. Esa secuencia contiene las instrucciones para fabricar las proteínas que le permiten respirar, ver, sentir, amar, crear y realizar con éxito todas las funciones básicas de su organismo en este kafkiano mundo infectado por la pandemia.

Estirada de extremo a extremo, la secuencia del  ADN del bebé mide dos metros. Casi cada una de las células lleva una copia del genoma y su cuerpecito tiene más o menos 30 billones de células. Esto significa que si pudiese estirarse y unirse el genoma de todas sus células podría alcanzar sin problemas Próxima Centauri, el sistema solar más cercano a la Tierra a 40 billones de kilómetros.

Pero lo más asombroso es que esa hélice de dos metros es capaz de plegarse y retorcerse sobre sí misma en una forma alucinante de ovillo aparentemente caótica hasta embutirse en su espacio que es 10 veces más pequeño que el diámetro de un pelo: el núcleo de la célula.

Es la fuerza de la vida del ovillo del genoma humano frente a la muerte que ronda el planeta. Frente a un futuro incierto nacen bebés sanos que tomarán la posta que transformarán positivamente nuestro actual infectado mundo.

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