Calle de La Condamine

La Orden de Su Majestad Cristianísima Luis XV de Francia y el auspicio y protección de su Majestad Católica el Rey Felipe V de España, constantes en las Cédulas Reales presentadas en la Presidencia de Quito, disponían desarrollar las operaciones de la Misión Geodésica que diera los valores exactos de los arcos de los meridianos ecuatorial y polar.

Para cumplir la Orden Real llegó a tierras equinocciales en 1.736 la Misión Geodésica conformada por los miembros de la Real Academia de las Ciencias de Paris: Carlos María de La Condamine, geógrafo, Caballero de la Orden de San Lázaro; Pierre Bouguer, ingeniero hidrógrafo; Luis Godin, astrónomo; José Jossieu, naturalista;  y Jean Seniergues, médico. El cirujano falleció en la ciudad de Cuenca el 2 de septiembre de 1.739 por enredarse en una empresa amorosa que terminó en un pleito poco esclarecido suscitado en una corrida de toros en la Plaza de San Sebastián.  Acompañaron a la Misión algunos agregados franceses  y los oficiales de la marina española Antonio de Ulloa y Jorge Juan para supervisar los trabajos con el apoyo del riobambeño Pedro Vicente Maldonado.

La misión quería dar por terminada la disputa científica entre las teorías de Isaac Newton que sostenía que la Tierra es un planeta achatado en los polos y la teoría francesa de Cassini que afirmaba que es alargada hacia los polos.

Se organizaron dos expediciones por parte de los franceses. La una en las regiones polares, en Laponia; la otra, en las regiones ecuatoriales de la antigua colonia española del Perú, encargadas cada cual de medir un arco de meridiano en las regiones extremas de la Tierra. Fueron cuatro años de mediciones, cálculos, miles de páginas de notas y de cifras. El  resultado al que llegó La Condamine fue que la longitud del meridiano a la altura de Caraburu es de 176.950 toesas. “Años de trabajo y de adversidades quedan, así, reducidos a la aridez de una cifra”.

El resultado más sobresaliente de la Misión  tuvo consecuencias importantes. Sobre la base de los cálculos se determinó como medida universal el Metro. La unidad de medida, base del sistema decimal, se determinó dividiendo en diez millones de partes iguales la longitud calculada para el cuadrante de meridiano que pasa por París.

La Misión, además  de sus tareas astronómicas, estudió la fauna y la flora americana y elaboró cartas geográficas. La Condamine que fue el más brillante de los miembros de la expedición dio nombre a nuestra República porque en sus conferencias en la Real Academia de Paris siempre pronunciaba esta frase: “Je vous ecrit depuis l´ Equateur”. La palabra Ecuador, para los académicos tuvo un gran significado y llegó a constituirse en el lema de la Misión.

La nomenclatura urbana de Cuenca revivió la memoria de este apasionante viaje científico, excepcionalmente rico y digno de las más imaginativas novelas de aventuras realizado a Ecuador para medir un grado de meridiano terrestre, calificado por Florence Trystram como “diálogo con las estrellas”. El Concejo Municipal, en febrero de 1.938, resuelve dar el nombre de La Condamine a la antigua calle de la Cruz del Vado en el desarrollo de El Barranco comprendido  entre el Puente del Vado y la intersección de las calles Tarqui y Larga, una de las puertas urbanas de acceso al Centro Histórico.

Desde el Puente hasta la calle Bajada del Vado se configura el primer tramo con edificaciones que dan al Norte; y el segundo, hasta culminar la cuesta, con casas de doble rostro, uno a la calle y otro al río Tomebamba, que se adaptan de modo orgánico a la topografía para engendrar varios niveles y volúmenes.

En tanto que el flanco norte del segundo tramo se entiba con un robusto muro para afianzar la callecita  peatonal. Muro de piedra esculpido por la mano, el viento y el tiempo. Muro todavía tibio del contacto de manos desaparecidas. El viento contra el muro en sus giros canta. El tiempo pasa y el muro no se mueve, en su lugar exacto gris permanece. Muro, mano, viento, tiempo.

Ese rincón urbano tan cuencano, donde el tránsito humano cotidiano ofrece una versión especial de la ciudad y de su caminar por el tiempo, que se presta para pensar y advertir imágenes de antaño que devuelven la vida de lo ya recorrido.

Ese generoso balcón para mirar el sur de la ciudad que comienza en la Plazoleta del Vado y termina en la calle Tarqui con casas tradicionales con usos culturales, la “casa de la lira”, la “casa de mármol” en donde nació el poeta y educador Federico Proaño, y la “casa esquinera” en la que pernoctaron los miembros de la Misión Francesa, también se denomina La Condamine.

Referencias:

  • Revista del Centro de Estudios Históricos y Geográficos de Cuenca, Entrega 12 (1925);  “La Muerte de Don Juan Seniergues”.
  • Nicolás Espinosa Cordero (1.936); “Un homenaje al sabio francés Carlos María de la Condamine”.
  • A.I. Chiriboga N. (1.936); “Las Misiones Científicas Francesas en el Ecuador; La primera Misión (1.735-1.744)”.
  • Florence Trystram (2.002); “diálogo con las estrellas”.
  • El Telégrafo (25 de octubre 2.015); Cátedra Abierta de Historia, Universidad de Cuenca; “La muerte del cirujano Jean Seniergues, miembro de la Misión Geodésica”.
  • Gustavo Lloré (2.017); “Memoria Técnica para la Intervención Arquitectónica de la Casa Condamine”.

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