El Barranco del Tomebamba: Y la luz fue hecha…. y la arquitectura también….

La geografía y arquitectura, con los primeros rayos de luz del alba, crean un duende-volumen blanquecino, jaspeado de manchas verdes y amarillas.

Se ha hecho presente de este modo el complejo mestizo natural urbano y humano de mayor densidad, espesor y significación de la ciudad: el Barranco del Rio Tomebamba.

Y en las distintas horas del día la brillante luz ecuatorial dibuja y confina una variante multitud de siluetas, paramentos, aleros, planos, texturas, terrazas, bordes, sombras, torres y cúpulas.

La presencia más patente y potente muestra las casas colgantes sostenidas por un pedestal natural de arbustos y plantas nativas, como espontáneos estandartes edilicios que invitan a relatar lecturas de su historia pasada y de su presente con plena vitalidad.

Ya por la tarde grises nubarrones se cuelan en el cielo como preámbulo de la pronta visita lúgubre del manto de la noche, y súbitamente, de nuevo, se crea otro duende-volumen, pero esta vez oscuro, hasta que su contextura desaparece.

Mientras tanto el primer lucero se ha instalado al oeste del cielo para anunciar la noche y guiar la procesión de las luces artificiales de la arquitectura de El Barranco.

El alquímico rito iniciará el siguiente día. ¿Hasta cuándo? Ah, la luz, creando todo, también la vida de la ciudad y su arquitectura.

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