Puente de Madera

El puente de madera en los parajes serranos se tiende ligero y elástico por encima de la corriente. No junta sólo dos orillas ya existentes. Es pasando por el puente como aparecen las orillas en tanto que orillas. Puente, orillas y corriente configuran una vecindad recíproca. Y en esta vecindad recíproca el puente coliga la tierra como paisaje.

La estructura arquitectónica del puente de madera contiene un tablero que sirve para repartir la carga a las vigas y los largueros, vigas transversales de conexión, apoyos, riostras laterales o vientos que unen las armaduras para otorgar rigidez y el remate de una cubierta a dos aguas para la protección del sol y la lluvia. El puente ha sido preparado para los tornadizos tiempos y para dejar a la corriente su curso y al mismo tiempo garantizar a los mortales su camino, para que vayan de una orilla a la otra, de un lugar a otro, de una comarca a otra……

El puente no solo sirve para el simple circular sino también para reunir, disfrutar y amar. El puente coliga y por este motivo crea un lugar. En la historia comarcana ha reunido y acompañado, sin casi hacerse notar, de un lado al otro del río, a los caminantes decididos y apresurados para que se dirijan desde aquí a los paisajes lejanos del campo o cercanos de la ciudad.

El puente de madera congrega todo lo que existe a su alrededor y al que por él transita le aporta lo suyo. De modo recurrente también la naturaleza y los hombres acompañan al puente de madera: sea que el colibrí levante el vuelo al amanecer, sea que el olor del árbol de eucalipto y de la tierra mojada inunden el ambiente, sea que el viento del nor-este llegue rugiendo, sea que al atardecer un leñador arrastre su haz de leña al hogar, sea que los niños junten las primeras azucenas del mes de mayo en los márgenes del camino que conduce al puente, sea que la noche cubra el paisaje con sus sombras y lobreguez…. Siempre y por doquier acompañan al puente de madera el aliento de lo mismo de la naturaleza y los hombres.

Lo sencillo  encierra el enigma de lo mismo, de lo que permanece y es grande. Entra de improviso en el hombre y requiere una larga maduración. En lo imperceptible de lo que es siempre lo mismo oculta su don. A los simples de pensamiento lo sencillo les antoja uniforme, los hastía, se ha evadido, su callada fuerza se ha agotado.

Pero el aliento de lo mismo que da vida al puente de madera sólo hablará mientras existan hombres nacidos en su aire y que quieran oírle. De lo contrario, amenaza el peligro que hoy permanezcan sordos a su lenguaje y que intenten imponer un grosero orden a la tierra y que a sus oídos sólo llegue el fatuo ruido de lo banal.

Lo que es lo mismo y sencillo libera. Si el aliento del puente de madera para los hombres es genuino ¿Es el mundo que habla? ¿Es la fuerza inagotable de lo sencillo la que hace mover la corriente del mundo?  

(*) Este ensayo ha sido elaborado en base a los textos de Martin Heidegger: “Construir, Habitar, Pensar (1951) y “Camino de Campo” (1989). Algunas frases inclusive han sido tomadas de manera literal.

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