Planificación participativa en la ciudad

¿Existe la planificación participativa? ¿O es simplemente una etiqueta para dorar la píldora que usan los políticos y planificadores?

¿Qué entendemos por participación? ¿Cómo se hace? ¿Qué métodos son necesarios para concluir que efectivamente se afirme que existió participación en un determinado proyecto?  El urbanista inglés Camilo Boano plantea algunas ideas en torno al tema. Revisemos las más importantes.

Se presenta en la planificación participativa una tensión entre poder, autor y saber que plantea algunas interrogantes: ¿Quién dirige el proceso participativo? ¿De quién es el producto final? ¿Quién funge de experto en este proceso? Poder, autor y saber son en consecuencia los tres ejes sobre los que se desarrolla de modo complejo la participación.

La realidad actual exige cada vez más la necesidad de construir la ciudad de manera democrática entre todos los ciudadanos a fin de alcanzar que las normas urbanísticas y las intervenciones públicas reflejen las aspiraciones de la comunidad  que será afectada y/o beneficiada. 

La planificación participativa solo puede existir de modo circunstancial, no es universal, porque no es posible generar una receta que pueda ser replicada en todas partes. La construcción de la ciudad es un proceso complejo, interactivo, un arte que trata de superar los problemas urbanos, las diferencias y las contradicciones aparentemente irreconciliables.  

Además, la planificación participativa debe entenderse como el derecho a la ciudad, es decir, el derecho al tejido urbano en los órdenes físico, social y cultural. De este modo se superarán las visiones técnicas y las aplicaciones parciales (reglamentación y administración del espacio edificado) para convertirse en práctica social que concierne e interesa al conjunto de la sociedad. 

El poder del concejo cantonal que dirija un proceso participativo y un producto final elaborado colectivamente,  – sea un presupuesto, una ordenanza o una obra pública  -, permite que la construcción de la ciudad sea apropiada por sus ciudadanos. En términos de la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas se alcanza un acuerdo formal al que llegan los actores tras hacer ciertas concesiones cada uno de ellos, la disposición al entendimiento y un compromiso para llevar un diálogo racional como modelo de relación social.

Poder, autor y saber serán en consecuencia los tres ejes sobre los que se desarrolle de modo creativo la participación ciudadana.

Boano concluye: “la participación no se puede enseñar, se descubre….”

Referencias:

  • Camilo Boano; “¿El diseño participativo existe?”, 2020.
  • Jürgen Habermas; “Teoría de la acción comunicativa”, 1981.
  • Henry Lefebvre; “El derecho a la ciudad”, 1968.
  • El gráfico que acompaña al texto ha sido obtenido en “Urbanismo Participativo”, IMPLAN Torreón, 16-12-2014.

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