La Arquitectura Vernácula

Texto presentado en el Programa TRANSITAR, el Ecuador en la cámara de Marcela García, gestionado por SALADENTRO, espacio cultural multifuncional.

Magia latente de sencillez y belleza de su forma.

Tienen actualidad los consejos de Bernard Rudofsky el arquitecto que escribió en 1964 el mítico libro: “Arquitectura sin Arquitectos: una breve introducción a la arquitectura sin pedigrí”. El arquitecto moravo, una región que conforma la República Checa, demuestra que en arquitectura no hay escuela ninguna, que la arquitectura no tiene más que una escuela: acoger o no acoger.

Rudofsky huye de la restringida disciplina que ha gobernado nuestro sentido de la historia de la arquitectura occidental y analiza el arte de construir como un fenómeno universal. Dejando de lado los prejuicios geográficos y sociales que han eclipsado lo que él considera una panorámica total de la arquitectura, el autor ofrece atisbos de mundos que hasta ese entonces resultaban desconocidos e introduce al lector en la arquitectura vernácula, una arquitectura producida por el sentido común, por la actividad espontánea y continua de un pueblo con un patrimonio común.

Rudofsky invitó en su momento, y ese llamado está todavía latente, a mirar y reconocer en ese patrimonio arquitectónico vernáculo una forma de arte que es el resultado de la inteligencia humana aplicada a modos de vida humanos.

Arquitectura impregnada de gran profundidad de valores porque no se fundamenta en la moda. Es inteligente, serena y austera. De soluciones que responden al sentido común. Centrada en la escala de lo doméstico. Con conexión al lugar y por tanto sostenible, lo que refuerza su contemporaneidad. Se anida en el paisaje, crea un nuevo paisaje, con su presencia en el entorno físico se transfigura en lugar significante.

Combina rigor y hedonismo, concilia la disminución del consumo innecesario con las delicias del sano placer. Es un manifiesto arquitectónico vivo ético y estético que se presenta al mundo con dignidad.

El aura del que hablaba Benjamin está presente porque se da una relación casi mágica entre la mano del constructor y la arquitectura vernácula. Cumple una función hipnótica ya que permite percibir su patente sencillez y la belleza de su forma.

El campo y la poética vernácula del construir.

El campo y la casa vernácula, con las cualidades develadas, asumen un poder simbólico. Campo y casa adquieren cosmicidad y por ello conocen los secretos del universo. Conviven con los dioses, los hombres, el cielo y la tierra.

Así se define su expresión. La multiplicación de efectos, por medio de la disminución de medios, es la regla que organiza a la vez un arte de hacer y construir.

Esta táctica constructiva pone de manifiesto una vida especial de los materiales empleados que invita a experimentar una estética aptica antes que óptica. Una estética de cualidades intensivas y un potencial expresivo que la relación estática forma-material tiende a desaparecer en beneficio de una relación de fuerzas-material.

El hábil constructor dibuja formas arquitectónicas que recrean un nuevo paisaje, organizadas por reglas pragmáticas, dependientes de las intuiciones aprendidas en las duras formas de vida  en el campo, pero al mismo tiempo y siempre, muy poéticas.

Devotos de San Jerónimo.

San Jerónimo, el patrón de los traductores, tradujo la Biblia del griego al latín, la Vulgata, es decir, el libro sagrado para el vulgo. Y lo hizo de este modo: “non verbum e verbo, sed sensum exprimere de sensu”, que quiere decir, “no expresando palabra por palabra sino sentido por sentido”.

La arquitectura vernácula, olvidada por la modernidad durante mucho tiempo, tiene valores propios, tanto expresivos, funcionales y culturales que pueden ser considerados por los arquitectos para traducir relaciones formales que pueden oscilar entre la metáfora, la analogía y la alusión.

La analogía entre traducción poética y traducción arquitectónica, siguiendo a San Jerónimo, se hace pertinente. Si el arquitecto toma partido para su proyecto, por ejemplo, desde los sentidos de la arquitectura vernácula debe reconstruir su ethos hacia un nuevo proyecto. La tentación literal del lenguaje fuente al lenguaje destino se habrá superado por una nueva realidad.

Por ejemplo, Álvaro Siza, arquitecto portugués, es un ferviente devoto de San Jerónimo…  

Referencias:

  • Bernard Rudofsky; “Arquitectura sin arquitectos: una breve introducción a la arquitectura sin pedigrí”; 1964.
  • Varios Autores, Pedro Cantero, coordinador; “Sara Llakta, el libro del maíz”, 2009.
  • Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca; “Mano a Mano, hablando de Arquitectura”, 2014.
  • El gráfico que acompaña al texto corresponde a la “Casa en Mallorca” de Álvaro Siza.   

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