Tres ciudades: real, imaginada y ocultada

Cuando se habla de la ciudad latinoamericana generalmente se alude a una idea o concepto de la realidad tangible, como un hecho físico arquitectónico. La ciudad en esta perspectiva se configura por el espacio público y la arquitectura de sus construcciones.

Esta visión de la ciudad se define por su expresión, sus bordes y límites. Los espacios han surgido con y desde la arquitectura.

Además de la ciudad vista, existe otra ciudad de construcción mental que fabrica significados. Es la ciudad imaginada que siempre encuentra algo nuevo y que da sentido a la vida de los ciudadanos. Se presentan de este modo dos ciudades: la ciudad material formal vista y la ciudad mental imaginada.

Aparte de esas dos ciudades hay una tercera omitida a propósito que no se quiere ver y por tanto que no se la imagina. Es la ciudad ocultada, solapada, clandestina e ignorada y por tanto que no se la puede imaginar: es la ciudad de los barrios humildes ubicados en los bordes de la urbe, de la exclusión y de la segregación socio-espacial donde viven los descartables de la sociedad Es el epifenómeno construido de la hegemonía del mercado que hace que las condiciones de pobreza de la población se agudicen.

Los barrios populares de la ciudad ocultada tienen casas parecidas, pero muy lejos de la uniformidad de la prefabricación y la monotonía. ¿Su estética intuitiva evocaría el arte povera (del italiano arte pobre), la tendencia de finales de la década de 1960, cuyos creadores utilizaban materiales considerados pobres, de muy fácil obtención, como madera, placas, telas, cartones, o también materiales de desecho y, por tanto, carentes de valor? Con la puntualización de que el artista elige sus materiales, mientras que el constructor de esas viviendas se ve obligado a utilizarlos.

Son arquitecturas populares construidas en conjuntos que se transforman con la velocidad de vértigo. Crecen sus familias y las necesidades en unos entornos donde se cruzan sentimientos, sueños, pesadillas, esfuerzos, violencias y solidaridades. Se emplazan en suelos de riesgo sísmico, con materiales reciclados y desechos urbanos. Los corazones y la energía de sus habitantes han levantado con dificultad, pulso a pulso, medias aguas, calles tortuosas, áreas comunitarias deficitarias, hierros de la esperanza para ampliar las viviendas en un intento por colonizar el aire.  

Conocidas como “suburbios” en Ecuador, “llega y pon” en Cuba, “favelas” en Brasil, “villas miserias” en Argentina, “barrios bajos” en Colombia, “poblaciones callampa” en Chile, “champerías” en Centroamérica, por citar algunos de los sinónimos de miseria que se utilizan para denominarlas. Albergan en toda Latinoamérica a unos 110 millones de personas y en algunos países a más de la mitad de la población.

Las tres lecturas son importantes. Es necesario también conocer y comprender lo urbano oculto, la ciudad de los pobres y las razones de su traza, los espacios comunitarios, tipologías, técnicas constructivas, pautas de ornamentación, usos del lugar y las tensas relaciones con la ciudad formal, porque es la manifestación patética de la ciudad latinoamericana y la imparable urbanización del mundo del presente milenio.

Referencias:

  • Economía, América Latina y el Caribe; “Favelas y cinturones de miseria en América Latina”, 20-09-2019.
  • El País Semanal; “El desafío de las ciudades. A mediados de este siglo, siete de cada diez habitantes del planeta vivirán en ciudades. ¿Habrá sitio para todos?”, 12-5-2019.
  • Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca; “Estrategias urbano-arquitectónicas de los grupos populares en la Ciudad de Cuenca”, Simón Estrella Vintimilla y Carlos Jaramillo Medina, 04-2007.
  • El gráfico que acompaña al texto es una “champería” de Puerto Príncipe, capital de Haití.

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