¿Por qué a Francis Kéré?

Recibió el premio el 15 de marzo de este año convirtiéndose en el primer africano en ganar el galardón de mayor importancia en el mundo de la arquitectura.

Esta designación confirma el reciente giro del jurado del Premio Pritzker. Desde su primera edición en 1979 hasta mediados de los años 90 el galardón fue entendido como un premio a la brillante trayectoria de los arquitectos: Philip Johnson, Oscar Niemeyer, Aldo Rossi… Luego el criterio mutó para entregárselo a los denominados arquitectos estrella: Norman Foster, Rem Koolhaas o Zaha Hadid. Mientras que en la última década el codiciado premio ha sido recibido por figuras menos mediáticas y que han enfrentado con calidad y calidez el compromiso social: Shigeru Ban (2014), Alejandro Aravena (2016), Lacaton & Vassal (2021) y Francis Kéré (2022).

El premio para Kéré es un galardón a una filosofía y principios arquitectónicos que han sido influenciados de modo determinante por su biografía.

Nació en 1965 en un pueblito llamado Gando, Burkina Faso, África, hijo mayor del jefe de su comunidad y el primero en asistir a un colegio. Gracias a becas estudió arquitectura en Berlín en donde promocionó una fundación, “Ladrillos para Gando”, para financiar su primer proyecto: una escuela primaria en su pueblo natal.

Esta obra le valió el premio Aga Khan y los principios arquitectónicos allí aplicados serán el sello en sus proyectos posteriores de Burkina Faso, Mali y Mozambique. Aprovechó los materiales locales para conseguir una aleación extraordinaria de imaginación y sentido común. Sus obras conjugan poéticamente las necesidades básicas, los presupuestos acotados, la participación comunitaria y una definición de sustentabilidad basada en revalorizar y adaptar las técnicas vernáculas para su propio beneficio.

Utiliza paredes de arcilla con una alta inercia térmica fáciles de producir y de buen rendimiento en un clima excesivamente cálido, cubiertas de metal corrugado sobredimensionado para que los espacios no absorban el calor retenido por la techumbre, estructuras de barras de refuerzo como principio rector que caracteriza su trabajo, madera de eucalipto para innovadoras soluciones estructurales, y vasijas de barro, – hechas a mano por mujeres del pueblo -, como moldes de claraboyas para filtrar luz natural y crear una sombra tamizada para permitir la circulación de la brisa fresca y crear una hermosa experiencia sensorial.

Kéré de este modo logra un delicado equilibrio entre la reformulación de técnicas locales y un excelente diseño evitando el lado romántico de la precariedad. No plantea institucionalizar ni exportar las técnicas constructivas logradas, sino que da un mensaje potente en el sentido de que estas estrategias funcionan únicamente en el lugar al cual pertenecen y que en su construcción se puede transferir conocimiento.

Y el jurado, presidido por el chileno Alejandro Aravena, premiando a Kéré también premia a una buena forma de ejercer la arquitectura de impacto social en distintas latitudes del mundo: la adaptación poética de las técnicas locales que estimulan la economía local, fortalecen la identidad cultural e involucran habilidades que son fáciles de enseñar, como una respuesta efectiva a la crisis climática y a la escasez de recursos.

En este sentido, a través de una comprensión profunda de la cultura de las comunidades, del clima y los recursos del contexto, las obras de Kéré, como lo describe el jurado del Premio Pritzker, están “atados al suelo sobre el que se asientan y a las personas que los pisan”.

Como mis atentos lectores recordarán, esta buena práctica de los principios arquitectónicos arriba descritos, fue objeto de análisis de mi anterior CLARABOYA dedicada al trabajo de la arquitecta alemana Anna Heringer.

Referencias:

  • Plataformaarquitectura. Cl, Valeria Montjoy y Eduardo Souza; “Cómo utiliza Francis Kéré los materiales para responder a las condiciones climáticas locales?”; 1-04-2022.
  • Plataformaarquitectura. Cl, Nicolás Valencia; “¿Por qué Francis Kéré ganó el Premio Pritzker 2022?”, 21-03-2022.
  • Varias páginas de Internet.
  • El gráfico que acompaña al texto corresponde a la Escuela Secundaria Lycée Schorge, Kougoudou, Burkina Faso (2016).

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