La amistad entre el perro y el hombre nació en Europa hace unos 20.000 años. Fueron los cazadores recolectores los que amaestraron a las especies de lobos salvajes de las que descienden los perros actuales. De este modo durante milenios empezaron a seleccionarse genéticamente los rasgos generales que definen a todos los canes: la docilidad, la sociabilidad con las personas, la capacidad de interactuar recogiendo un objeto o mirando hacia donde indica el dueño.
Pronto los perros se hicieron urbanos. En el vestíbulo de la casa de Próculo, en la ciudad romana de Pompeya, se observa un mosaico con el dibujo de un can encadenado como guardián del hogar con la leyenda “Cave canem” que significa ¡Cuidado con el perro!
Demos un salto temporal desde la antigüedad al mundo moderno con respecto al trato al mejor amigo del hombre.
Los perros urbanos de Atenas, capital de Grecia, forman parte del paisaje de la ciudad. Los canes son de propiedad de la municipalidad y están identificados, desparasitados y con todos los cuidados de salud. Los alimentos corren por cuenta de los ciudadanos, los protegen en invierno y por la noche los restaurantes acogen a los perros callejeros para que duerman en los sillones de estos locales.
En Moscú conviven animales y ciudadanos, inclusive los perros urbanos son capaces de tomar el metro para dirigirse a lugares donde pueden ser alimentados. Se ha contabilizado 500 canes que salen de la periferia para acudir al centro histórico compartiendo los asientos del metro con las personas. Ellos prefieren viajar en los últimos vagones para ir más cómodos ya que en ellos van menos pasajeros. Al caer la noche retornan a los suburbios, su lugar de descanso preferido.
En Alemania las municipalidades ofrecen cursos de adiestramiento y ayuda económica a los dueños pobres de perros. Mientras que a los dueños ricos que tienen canes pelucones los cargan con impuestos para la limpieza urbana de la caca de perro.
Holanda tiene cero población canina urbana. Las leyes, campañas de esterilización y la acción pro-defensa animal, han desarrollado una cultura de derechos de los animales similar al de los humanos. El can pertenece a una familia y debe ser tratado como un integrante más del hogar y no solo como mascota. Si alguien atenta contra su integridad las autoridades le muerden el bolsillo con multas de hasta 19.000 euros y además le castigan con penas de hasta 3 años de prisión sin derecho a reclamo. Un perro extraviado estará de inmediato en un refugio, ya sea para esperar al dueño, o para ser adoptado.
Siguiendo los ejemplos antes descritos, en la ciudad de Caruaru del Estado de Pernambuco, Brasil, un cura retira perros abandonados de las calles, los alimenta, baña y luego se los presenta a los fieles durante la misa para que puedan ser adoptados.
¿Es posible emular algunas buenas prácticas de otras ciudades del mundo hacia nuestras mascotas para adaptarlas a nuestra realidad morlaca? ¿Sería lícito ruralizar a una parte de la superpoblación canina retornándola a su lugar primigenio, al campo, sin contaminación y lejos del mundanal ruido? Empecemos a pensar en ello. ¡GUAU-GUAU-GUAU!
Referencias:
- La mejora de estilo al presente texto corresponde a Olga Jaramillo Medina.
- El País, Javier Salas; “La raza de los perros no determina su personalidad”, 28-04-2022.
- Sébastien Méliéres, Twitter, 15-04-2022.
- National Geographic; “3 estudios sobre el origen, la evolución y el comportamiento de los perros”, 24-7-2017.
- Varias páginas de Internet.

