El albañil y el arte de construir

Cuando los musulmanes fueron expulsados por los Reyes Católicos y sus tierras repobladas por cristianos que hablaban lenguas romances, la lengua árabe se perdió, pero dejó más de 4.000 arabismos en el castellano.

Muchos arabismos empiezan por “al”, por ejemplo, albañil, que viene de al-banní, pronunciación dialectal andalusí del árabe clásico (al-bana) “el constructor” y este del verbo (bana) “construir”.

La RAE lo define como “maestro u oficial de albañilería”, que es el “arte de construir edificios u obras en que se emplean, según los casos, ladrillos, piedra, cal, arena, yeso, cemento u otros materiales semejantes”.

El arte de construir se remonta a las corporaciones de constructores en la Antigüedad. En Grecia existían las corporaciones de albañiles (macons) que se perpetuaron en el Imperio de Oriente y luego se replicaron en las diferentes culturas de Occidente, Asia y América hasta bien entrado el siglo 19. Las tradiciones técnicas y el propio ritual, incluso el principio del secreto profesional y de la iniciación, se cedían de generación a generación y se transmitían sin cambios significativos.

El albañil, el arquitecto anónimo de la construcción, juega un papel protagónico en la arquitectura sin arquitectos, en la “arquitectura sin pedigrí” como la denomina el profesor de origen checo Bernard Rudofsky (1905-1988). Una arquitectura producida no por especialistas, o académicos, sino por la actividad espontánea y continua de un pueblo con un patrimonio común. Con frecuencia, la belleza de esta arquitectura “primitiva”, popular, vernácula, no se ha tenido en cuenta por tratarse de un fenómeno accidental, pero en la actualidad reconocemos en ella una forma de arte que es el resultado de la inteligencia humana aplicada a modos de vida excepcionalmente humanos.

Anatxu Zabalbeascoa califica a la arquitectura sin arquitectos como cercana, lógica, acogedora e inclusiva. Ya aseveró, en 1964, el arquitecto del MIT Jamshid Kooros: “Dale mortero y ladrillos a un albañil y pídele que cierre un espacio, pero que deje entrar la luz. Hará maravillas. A pesar de sus limitaciones, encontrará posibilidades armónicas; mientras que un arquitecto moderno, a pesar de todos los materiales y sistemas estructurales disponibles, solo produce monotonía y disonancia”.

La arquitectura sin arquitectos se esfuerza por escuchar el lugar, construir con lo que está a la mano, limitar el presupuesto y actualizar la tradición a favor del planeta y de la gente.

Y las posibilidades de juego de los principios composicionales de la arquitectura espontánea y popular, a la manera de fórmulas algebraicas, es un recurso poético para la producción de las obras académicas contemporáneas. Su estudio no será un simple viaje de exploración para  copiar formas del ayer, sino un recorrido paciente e inteligente para reconocer códigos que puedan ser recreados libremente en la nueva arquitectura.  

Las cualidades del arte de construir del albañil que se expresan en la paciencia como una virtud, el esfuerzo y la perseverancia para alcanzar una meta, la concentración, la responsabilidad y el sentido común para resolver los problemas y detalles constructivos que le solicita el arquitecto, con título académico, son poetizados por Pablo Neruda:

El albañil

dispuso

los ladrillos.

Mezcló la cal, trabajó

con arena.

Hombros redondos, cejas

sobre unos ojos

serios.

De un lado a otro iba

con

tranquilas manos

el albañil

moviendo

materiales.

Y al fin

de

la semana,

las columnas, el

arco,

hijos de cal, arena,

sabiduría y manos,

inauguraron

la sencilla firmeza

y la frescura.

¡Ay, qué lección

me dio con su trabajo

el albañil tranquilo!

Referencias:

Eti, et, al; “Etimología de Albañil”, 2001-2023.

La Casa del Libro; “Arquitectura sin arquitectos: una breve introducción a la Arquitectura sin pedigrí”, de Bernard Rudofsky, 2023.

El País, Babelia, Anatxu Zabalbeascoa; “Arquitectura sin arquitectos pero con pedigrí”, 28,11-2020.

Diccionario de La Lengua Española; Vigésima Primera Edición, 2000.

Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca, Carlos Jaramillo Medina; “CONAR y la Arquitectura Moderna Apropiada”, 2016.

Matila C. Ghyka; “El número de oro, II, Los Ritos”, 1968.

Bernard Rudofsky; “Arquitectura sin arquitectos”, 1964.

Pablo Neruda, Tercer libro de las odas; “Oda al albañil tranquilo”, 1957.

La imagen que se acompaña corresponde a la “Campaña de las Herrerías” del Proyecto CPM, Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca, 2018. Su autor: Arquitecto Restaurador Fausto Cardoso Martínez.

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