Mujeres artistas invisibilizadas

Umberto Eco en El nombre de la Rosa narra cómo las joyas de los manuscritos iluminados del Medioevo eran ornamentados pictóricamente y protegidos con celo por los monjes de aquella época. Pero no solo había obras ornamentadas de carácter religioso como biblias, libros de horas, etc., sino también cancioneros y copias de libros del mundo antiguo como la Ética de Aristóteles.

En el Medioevo en toda Europa hubo destacadas escuelas de maestros iluminadores en las que primero se copiaba el texto y luego se pintaba el pergamino. Se destacan en estas obras de arte las miniaturas que usaban diversos pigmentos a veces extraídos de algunos minerales codiciados como el lapislázuli de color azul marino para pintar especialmente los mantos de las vírgenes. Este material provenía desde el actual Afganistán y otros pigmentos se traían de la India para completar la paleta de colores, sobre todo, el rojo, el negro o el blanco.

Hace meses un equipo científico femenino europeo que realiza investigaciones arqueológicas por casualidad observó un raro pigmento en la placa dental de una monja enterrada en un pequeño convento alemán del siglo 11. Luego de usar sofisticadas tecnologías las investigadoras han identificado entre la placa dental partículas del pigmento más codiciado y raro de aquella época: el azul de ultramar obtenido del lapislázuli, la piedra energética con mezcla de minerales y con predominio de la pirita.  

¿Cómo llegó hasta la boca de aquella monja ese preciado material? Las científicas argumentan que se adhirió a su dentadura mientras afinaba el pincel con el que ornamentaba los libros sagrados. De este modo se descubrió en el sarro de la monja el maravilloso pigmento azul y, además, que las mujeres también han sido artistas desde la antigüedad, a pesar de la discriminación a lo largo de la historia por varias razones, principalmente debido a estructuras patriarcales en la sociedad, la cultura y el sistema del arte.

No obstante, muchas mujeres, como la monja del medioevo, desafiaron estas normas y han dejado un legado significativo en la historia del arte. Hoy se han reivindicado sus contribuciones, pero todavía queda trabajo por hacer para alcanzar una verdadera equidad.

Como una pequeña muestra, menciono a tres mujeres artistas invisibilizadas que fueron ignoradas o minimizadas en la historia del arte:  Hilma af Klint (1862-1944), pionera del arte abstracto antes que Kandinsky, pero su trabajo fue ignorado durante décadas; Lilly Reich (1885-1947), colaboradora principal de Mies van der Rohe, coautora del Pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona (1929) y diseñadora principal en la concepción de las Silla Barcelona, contribuciones eclipsadas por el reconocimiento al Maestro de la Arquitectura Moderna; y Lina Bo Bardi (1914-1992), diseñadora y activista ítalo-brasileña, su obra combinó lo moderno con tradiciones locales brasileñas, promoviendo la integración entre arquitectura , el arte y la comunidad.

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