CUENCA DE LOS ANDES: naturaleza, tradición y modernidad

7. CUENCA MÁS ACÁ Y MÁS ALLÁ DE LA ARQUITECTURA (Penúltima entrega)

    El cortometraje de ficción de Elías León Siminiani titulado “Arquitectura emocional 1959”, (Espiga de Oro y candidata a los Goyas de este año) nos interpela de una forma originalísima sobre el Madrid de los años 60 con una dosis de amor y urbanismo. Relata una historia de dos chicos universitarios de distinta clase social nacidos en la posguerra paseando por la capital de hoy y protegidos por los edificios de entonces.

    La película muestra la relación de los chicos ligando a la arquitectura a los espacios urbanos, a las vistas desde ventanales, a las calles que frecuentaron y que han sobrevivido durante más de medio siglo. “El corto pretende ser un grano de arena en la divulgación del patrimonio, en la conciencia respecto al impacto emocional de la arquitectura”.

    La interpelación de Siminiani llega en este sentido: hay lugares vividos con intensidad e imposibles de interpretar bajo otra luz que no sea la nuestra, la más personal e íntima. Lugares que no salen indemnes de nuestras vidas y que por su resplandor y resonancia tienen atributos espaciales.

    Por ejemplo, para la ciudad de Cuenca: de los colores como la Plaza de las Flores la Feria Libre y, en general, todos los mercados populares. Hay en ellos el perfume de las margaritas, la modestia de las violetas, la perenne florescencia de las primaveras, el acholo de los geranios. Y las pirámides de frutas de la Costa, las trincheras de verduras frescas de la Sierra, el crujir del cuerito reventado entre los dientes. En fuentes de agua helada se muestran los cangrejos, los camarones, el pulpo y los calamares. Acá están los cocos y los verdes; allá las plantas medicinales como la uña de gato, la manzanilla, el cedrón y el tomillo; y más allá las hierbas aromáticas como la albahaca, el perejil, el laurel, el romero, la hierbabuena; incluso el orégano y el ajo, – que tienen propiedades expectorantes para combatir infecciones respiratorias -, y que exhalan pasiones diversas y evocativas.

    De los olores, como el barrio de Todos Santos, cuando por la tarde sale el pan de los pocos hornos de leña que quedan y se bautiza con nombres tan deliciosos como: las costras, las rodillas de Cristo, los mestizos, las guaguas de pan…

    Conventuales, como las casas del Centro Histórico con esos portones inmensos y ventanas protegidas con doble hoja que los vuelven infranqueables a las inquisidoras miradas, pero no a la imaginación. ¿Quiénes las habitarían? ¿De qué hablarían en sus largas tertulias cuando los arreboles del poniente incendiaban sus largas tardes esperando la caída del día?

    Acogedores, como casi todos los patios de las viviendas republicanas y las poquísimas huertas que han desafiado al tiempo y a la falsa modernidad. Pero sobre todo el patio de la “Casa de las Palomas” ahora sede del Instituto de Patrimonio Cultural Zonal 6, ornamentado con el exuberante acanto de hojas recortadas de verde intenso y de un brillo único. Cuenta la leyenda que Calímaco, el escultor griego, fue el inventor del capitel corintio en el siglo V AC, cuando al visitar la sepultura de una niña en primavera vio como las hojas de acanto crecían alrededor de su canasta con muñecas. Esa imagen le dio la idea para crear un capitel que recreara lo visto. Por su belleza y por su historia el acanto se extendió por Occidente al salir del Mediterráneo para escalar por las columnas y convertirse en piedra para ornamentar los edificios de todo el mundo.

    Que congelan la historia, como casi todos los conventos y museos de la ciudad que huelen a naftalina, humedad y pasado. Ahí está desafiando a las polillas y a la memoria colectiva el abandonado Museo de Arte Religioso de la Concepción que ocupa parte del Convento de Clausura fundado en 1599. El silencio se hace carne en el Monasterio. Sus desolados ángeles arcabuceros nos increpan y sus ángeles de la guarda nos imploran que los salvemos de su desamparo.

    Lugares para caminar, detenerse, de nostalgia y de romance. ¿Porqué por ahí y no por otro lugar? ¿Existirán referencias cósmicas que se mimetizan en la tierra y en los lugares? En el Paseo del Barranco y los Parques Lineales los caminantes están convencidos que hacer ejercicio, charlar y contemplar, como a la vieja usanza de los habitantes de esta ciudad, es mejor que chatear.

    Lugares para detenerse a beber “agua de pitina” en la Plazoleta de la Flores o comer una quesadilla de las Conceptas, que se deslíe en la boca, es una forma de cesar el ritmo del tráfago incesante y de silenciar el torbellino del ruido. El Puente Roto, lugar cargado con un sentimiento de encanto, en donde los enamorados se juran amor eterno intentando parecerse a las piedras de sus estribos que no fueron arrastradas por la creciente de 1950, conectó el pasado con el presente, la ciudad antigua con la nueva, lo alto con lo bajo, el Parque Calderón con El Ejido, símbolo de la nueva ciudad que nació el siglo pasado.

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    6. LA CIUDAD Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

    A medida que las sociedades enfrentan desafíos como el cambio climático, la globalización, la urbanización rápida y la evolución tecnológica, la ciudad es tanto el espejo de estas dinámicas como una brújula que apunta hacia el futuro sostenible e inclusivo. No se debe soslayar que la industria de la construcción es, en la actualidad, uno de los sectores que más contribuye al cambio climático: la operación de los edificios representa un 28%, y los procesos de construcción y producción de materiales un 10%.

    En este sentido, la ciudad tiene la capacidad única de moldear un futuro mejor abordando desafíos globales mientras honre la sostenibilidad, el tornadizo tiempo, la diversidad cultural, la memoria histórica, el paisaje, el lugar y la ingeniosidad del diseño. 

    Esta visión permite entender que lo material, lo social, lo ecológico y lo político son inseparables y que la acción climática tiene que coordinar esos frentes de transformación. Esta corriente de pensamiento ha hecho que la Arquitectura y el Urbanismo estén en estos años en el centro de la acción ambiental. Y que estas disciplinas deben responder no solo a las circunstancias más inmediatas de un encargo sino a la acción planetaria.

    Desde este enfoque, la arquitectura se convierte en un elemento clave para ayudar a la sociedad a adaptarse a los cambios derivados del calentamiento global. La disciplina arquitectónica contribuye a responder a un planeta en constante transformación, promoviendo prácticas más sostenibles y fomentando el paso de estrategias centradas únicamente en la mitigación hacia un enfoque orientado a la adaptación.

    Desde esta perspectiva, la arquitectura, el diseño urbano, el urbanismo y la planificación territorial en Cuenca se conciben como estrategias estrechamente vinculadas al medio ambiente y a la ecología. En una ciudad en la que conviven naturaleza, tradición y modernidad, estas disciplinas se transforman en agentes políticos de desarrollo, orientados a minimizar el impacto ambiental y a impulsar procesos efectivos de reparación ecológica que fortalezcan la sostenibilidad del territorio cuencano.    

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    5. CONSTRUIR EN LO CONSTRUIDO

    Es necesario pensar y actuar con las mejores propuestas arquitectónicas en la ciudad y el cantón y no sólo en el área declarada Patrimonio de la Humanidad. Construir una relación armónica entre permanencias y nueva arquitectura: “construir en lo construido”, según la propuesta de Francisco de Gracia (2011). Por esta razón, se debe construir colectivamente la ciudad con ética y estética determinando los siguientes patrones urbanos:

    • Equilibrio entre el espacio público y el espacio privado;
    • Visualidades;
    • Derecho al sol;  
    • Usos equilibrados, siguiendo el modelo urbano de los “15 minutos”;
    • Tipologías edificatorias sustentables; y, 
    • El arquitecto operará con el diseño arquitectónico con creatividad en base a los patrones previamente ajustados.

    De este modo se construirá sobre lo construido estableciendo continuidades entre lo nuevo y lo existente. Se coincide así con el objetivo de esta Cumbre Internacional que busca “generar propuestas integrales que concilien el crecimiento urbano, la innovación arquitectónica y la conservación del patrimonio construido y la identidad cultural”.

    Proponemos un decálogo de ideas básicas y otro de estrategias que pueden guiar el pensamiento y la acción del futuro de nuestra ciudad frente a los desafíos contemporáneos.  

    Un decálogo de ideas básicas: 

    Para el estudio y la imaginación de la ciudad del ayer, del presente y del futuro proponemos este decálogo de ideas básicas:

    1. Entender la ciudad como archivo de la historia y del alma ciudadana, siempre la misma y nunca lo mismo, como lo pensó Spengler.
    2. Asimilar la idea de que la ciudad no es simple soporte de funciones urbanas, sino que también tiene una relación y representación cósmica, por lo que su geografía y paisaje se han transmutado en locus, patria chica, como lo entendieron La Blanche, Bergson, Ortega y Gasset, Heidegger y Chueca Goitia.
    3. No olvidar que es centro condensador de economías, como lo advirtió Pirenne.
    4. Que es un hecho político como lo pensó Aristóteles.
    5. Que la ciudad es la forma y el símbolo de una relación social integrada, como lo describió Munford.
    6. Que la grandeza de la arquitectura está unida al espacio público y la solidez de las instituciones se suele medir por la solidez de los muros que las cobijan, como narró Alberti.
    7. Que hay que disfrutarla como escenario de obras literarias, leyendo los escritos de Balzac para París, Galdós para Madrid, Pamuk para Estambul y Jara Idrovo para Cuenca.
    8. Tener presente que es una construcción simbólica, continua y poética, como lo han intuido bellamente Rossi y Saldarriaga.
    9. No descuidar que la ciudad es un hecho estructural, en tanto sistema constituido por objetos y relaciones urbanas, muchas veces contradictorias, como lo han estudiado Lefebvre y Castells.
    10. Que la ciudad no es más que una parte del conjunto económico, social y político que constituye la región y el país, ya advertido por Le Corbusier en la Carta de Atenas redactada por Le Corbusier.

    Estas ideas fuerza impulsarán la imaginación para construir colectivamente ciudades alternativas y más bellas para los hombres, mujeres, niños, ancianos, discapacitados y para los distintitos grupos étnicos.

    Las ciudades humanas y bellas más que simples construcciones físicas serán también construcciones simbólicas, lugares de uso e interiorización de los espacios, de comunicación e intersubjetividad de los ciudadanos, escenarios para la comunicación, las evocaciones y sueños, de imágenes e imaginarios, de infinitas lecturas y escrituras.

    De esta manera se podría decir que las ciudades buenas, justas y bellas han sido, son y serán imágenes de mundo y también su contrario, mundos de imágenes que histórica y colectivamente se van planificando, constituyendo y volviendo a construir, incesantemente.

    Las ciudades bajo esta perspectiva serán acontecimientos culturales y escenarios de los efectos imaginarios. Nos imaginamos como era la ciudad, cómo es ahora, y cómo debe cambiar para ser la ciudad del futuro.

    Pero esas imaginaciones deben tener referencias físicas. Por ejemplo, para el caso de Cuenca, las montañas de Turi, el Cabogana y el Cajas, a más de su impetuosa presencia telúrica, marcan recuerdos, referencias, evocaciones y emociones.

    También esos imaginarios de la ciudad pueden jugar con las analogías y por tanto entrar en el mundo mágico de la poesía y la pintura. Cuando los visitantes llegan a Cuenca en avión y miran los tejados de las casas del Centro Histórico, Patrimonio de la Humanidad, les evoca el colorido de las obras de arte donde el rojo y el verde musgo son predominantes.

    ¿Qué ciudad queremos a la luz del recorrido histórico que ha vivido Cuenca? ¿Qué tipo de relación con su entorno natural único bañado por sus cuatro ríos que marcan el carácter del ser y del hacer morlaco? ¿Cómo Cuenca debe insertarse en la realidad nacional y mundial en el contexto de la globalización que tanta incidencia tiene en la grandeza o decadencia de las ciudades del presente siglo? Estas son las preguntas que permitirán plantear los fundamentos para una Cuenca justa, democrática, inclusiva, planificada, sostenible y territorialmente ordenada.

    Y un decálogo de estrategias que aseguren las respuestas correctas podría ser:

    1. Reinventar el Centro Histórico como un bien simbólico-cultural-ambiental y económico-social, fruto de una manifestación histórica concreta, con la dosificación equilibrada de los usos urbanos de vivienda (evitando la gentrificación), equipamientos y servicios.   
    2. Recuperar le geografía actuando en una dimensión amplia del concepto espacial (microescala – macroescala – megaescala) desde la localización focal y el paisaje.
    3. Pensar estéticamente la ciudad en busca de una real calidad de vida que haga de la planificación un sueño de múltiples órdenes, respeto a identidades y diversidad, alcanzando una dimensión ambiental, urbanística, arquitectónica y social bien resueltas.
    4. El límite urbano actual dispone de un número considerable de lotes vacantes con todos los servicios básicos que deben asimilar el futuro crecimiento (por lo menos hasta el año 2035) sin hacer uso extensivo de su territorio periurbano y rural.
    5. Incrementar la oferta de vivienda de manera especial para los más pobres mediante procesos de renovación urbana que incluyan responsablemente la reparcelación.
    6. Con estudios de ingenierías, impactos urbanos, morfología y visualidades, permitir alturas mayores de edificación para garantizar un menor costo de suelo por familia. Se propiciará de este modo un adecuado y justo reparto de cargas y beneficios y que las familias accedan a nuevas viviendas individuales o multifamiliares.
    7. En el área rural impedir la afectación, por cualquier concepto, de las zonas de recarga hídrica; fomentar la soberanía alimentaria; regular las áreas de valor ambiental y agrícola; cuidar las montañas protectoras de la ciudad; establecer tamaños apropiados de parcelas y tipos de construcción pertinentes con el paisaje y la cultura rural; y, reforzar los 21 centros parroquiales como núcleos autosuficientes.
    8. Contar con un sistema vial y de transporte de carácter interno, que canalice el transporte de paso, como de nivel regional y nacional.
    9. Ni el patrimonio natural y cultural heredado, ni la importancia política y los medios financieros que el Estado atribuya a la ciudad serán suficientes si no se produce la movilización de sus propias fuerzas. Se requiere que Cuenca disponga de una fuerte identidad socio-cultural y de un liderazgo político autónomo y representativo.
    10. La planificación participativa y democrática será un proceso continuo que acompañe a la ciudad en su desarrollo sustentable como una forma de ejercicio de poder ciudadano.

    Nota: El autor de la imagen adjunta es el Arquitecto Carlos Palacios P.

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    4. CUENCA EN SU MAYORIA DE EDAD COMO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD 

    Parafraseando a Humberto Maturana se podría decir que el Centro Histórico de Cuenca (CHC) es un lugar para caminar. Y este caminar implica reinventar la ciudad.

    Pero este caminar no puede ser un acto de comunicación unilateral. Es ante todo un hecho decodificador que involucra al viandante con su experiencia vital. Ningún mensaje urbano permanece impermeable a la lectura de su receptor.

    Y la historia de los recorridos del CHC debe comenzar en el suelo, con los pasos, que permiten una representación háptica y de apropiación cinética de su arquitectura.

    La experiencia caminante del CHC debe traducirse de este modo en la elaboración de mapas mentales para transcribir sus huellas y sus trayectorias. Deben ser imágenes transitivas, caligrafías móviles antes que simples representaciones frías de una ciudad funcionalista. Y esta caligrafía urbana debe registrar los tres valores fundamentales del CHC: su sensibilidad, su deontología, y su epistemología. Es decir, sus sensaciones, sus éticas y sus verdades profundas.

    Más allá de lo puramente funcional y pragmático del andar por el CHC, una retórica caminante permitirá seleccionar y escoger lo más significativo y existencial de la ciudad; o si se prefiere decir en clave literaria, se deberá ejercitar un asíndeton urbano.

    El CHC no es un cuadro renacentista que debe ser visto desde una sola perspectiva. Más bien, es un collage espacial compuesto de reliquias arquitectónicas, historias yuxtapuestas, tiempos amontonados, textos rotos, fragmentos, cronotopos, fenotopos….  donde sus relaciones son móviles y forman, por eso, un conjunto simbólico de alta significación.  

    De este modo el CHC estará presente como un relato a la espera, como un jeroglífico urbano listo a ser reinventado y ricamente imaginado por sus habitantes y visitantes.  

    Esta tarea es un desafío para vivir una experiencia en libertad, vivencial, imaginativa, fenomenológica, libre del lenguaje de sus ataduras convencionales para acercarse a la poética arquitectónica, a un diálogo de altura, entre los sentimientos expresados en la arquitectura de la ciudad y de quienes experimentan un lugar tan especial.   

    El habitante o el visitante que está dispuesto a vivir poéticamente el CHC, siempre experimentarán esas diferencias y lo sentirán plenamente. En todo caso, la poética de la arquitectura se revelará cuando la materia trasciende lo prosaico y lo puramente utilitario, y se ilumine, por así decirlo, con destellos de sensibilidad, unas veces intuitivas, otras deliberadas, unas veces circunstanciales, otras permanentes.

    También las experiencias poéticas tienen una relación directa con la temporalidad del CHC. El pasado es una de ellas, porque posee su propia pátina y evoca vivencias especiales. Y estas experiencias del pasado son más rotundas cuando se confrontan con la fuerza de lo nuevo propio de la contemporaneidad. En el CHC cohabitan como hojaldres urbanos varios estilos arquitectónicos que han esculpido la ciudad aborigen, colonial, republicana, moderna y contemporánea.

    No olvidemos que las cualidades del CHC no radican únicamente en sus formas arquitectónicas o en sus materiales. Radica también en aquello que favorece la vida cotidiana: el derecho a la ciudad para disfrutar de un hábitat seguro y saludable, la vivienda digna, los espacios públicos y equipamientos comunales, los lugares para la cultura y la participación democrática plena de los ciudadanos.

    El Expediente de Cuenca ante la UNESCO para su declaratoria como patrimonio mundial, el 1 de diciembre de 1999, argumenta estos criterios:  

    “Criterio (I): El genio creador del hombre es palpable en las estructuras urbanas de dos mundos que se encontraron a raíz de la conquista.

    Criterio (II): Cuenca ilustra la perfecta implementación de los principios de planificación urbana del Renacimiento en las Américas.

    Criterio (IV): La fusión exitosa de las diferentes sociedades y culturas de América Latina está simbolizada de manera sorprendente por el trazado y el paisaje urbano de Cuenca.

    Criterio (V): Cuenca es un ejemplo sobresaliente de una ciudad colonial española planeada en el interior”.

    En el Expediente de Cuenca se consigna además, con rotundidad, que la arquitectura es el repositorio material que mejor expresa el mestizaje como la más íntima y sublime expresión de la cultura de la ciudad: “El valor excepcional de la arquitectura cuencana radica, no tanto en la monumentalidad de sus construcciones, sino más bien, en esa singular capacidad de adaptación a las diversas corrientes arquitectónicas del pasado, adaptación que se concreta sin que se desintegre su esencia de ciudad colonial, que mantiene en los esquemas de sus monasterios y de su arquitectura civil su máximo soporte”.

    Nota: El autor de la imagen adjunta es el Arquitecto Carlos Palacios P.

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    3. LA PLANIFICACIÓN INSTITUCIONAL SOSTENIDA DE LA CIUDAD

    La cartografía urbana tiene la misión de representar una ciudad. Es un modelo que puede ser prefigurado mediante un plano como sistema iconográfico. La conquista española en América trazó planos reticulares de damero y el Centro Histórico de Cuenca responde a este tipo de ciudad fundacional con manzanas de 150 varas castellanas.

    No se conocen planos de Cuenca de la época colonial, esos dibujos que muestran las ciudades en perspectiva al estilo de las pinturas de Giotto, descriptivos, taxonómicos y composicionales. Solo conocemos planos que reconstruyen la traza colonial dibujados en base a las actas de fundación, como el de Octavio Cordero Palacios de comienzos del siglo 20.

    La notación de los planos se multiplicó en el siglo 19. Modelos iconográficos que representan a la ciudad existente precisa y abstraída. 

    Existen planos de la primera mitad del siglo 20 que son una fuente gráfica para el estudio histórico.  

    El año de 1942 es un hito urbanístico porque se da el salto de la elaboración de planos de la ciudad representada, tal como es, a la propuesta iconográfica de la ciudad imaginada. El segundo plano imaginado corresponde al proyecto “Cuenca en un futuro de 50 años” del año 1947, realizado por el arquitecto uruguayo Gilberto Gatto Sobral.  Mientras que el tercer plan imaginado se elaboró en 1971.

    El Plan del Área Metropolitana de Cuenca de 1982 es el cuarto esfuerzo institucional sostenido y el primero de carácter multidisciplinario.  En los siguientes lustros se publican varias ordenanzas para el uso y ocupación del área periurbana y el suelo rural. Y en este año se elabora el plano actualizado de la ciudad que contiene las cabeceras urbano parroquiales, la zonificación, los equipamientos públicos y sitios de interés arqueológico y paisajístico.

      

    CUENCA DE LOS ANDES: NATURALEZA, TRADICIÓN Y MODERNIDAD

    Ponencia presentada en la CUMBRE DE ARQUITECTURA, PATRIMONIO Y DESARROLLO URBANO E INMOBILIARIO: CUENCA, 2025.

    La ponencia consta de 8 partes que se entregan de forma periódica. 

    2. La ciudad

    Cuatro ríos fluyen por la ciudad que han impregnado el carácter de singularidad del ser y del quehacer del cuencano. El ciudadano y el entorno natural, de igual manera que las líneas de la mano, han marcado la unidad ontológica entre hombre y paisaje. Porque el cuencano no vive en el paisaje, sino que lo vive, como lo hace el gusano en el caracol.

    Se completa el escenario natural de la ciudad heredada con los distintos paisajes culturales que rodean la urbe. La mayoría erosionados y yermos, debido a la persistencia necia del huracán histórico de la emigración.

    La ciudad ha sido el lugar del mestizaje todavía inacabado de varias culturas urbano arquitectónicas: la aborigen cañari e inca, la colonial renacentista que trazó la ciudad reticular, la republicana, la cosmopolita premoderna de influencia francesa, la moderna con la introducción del estilo internacional y la contemporánea.

    Las cinco culturas han tejido tres ciudades con sus características propias, pero guardando un mismo sentido de unidad: la ciudad primigenia correspondiente al Centro Histórico, la “ciudad jardín” moderna que ahora mismo está siendo transformada con la presencia de la ciudad vertical, la ciudad periférica de expansión y las cabeceras urbano parroquiales.

    Este es el ámbito natural, histórico y cultural sobre el cual debemos imaginarnos la ciudad del futuro.

    CUENCA DE LOS ANDES: NATURALEZA, TRADICIÓN Y MODERNIDAD

    Ponencia presentada en la CUMBRE DE ARQUITECTURA, PATRIMONIO Y DESARROLLO URBANO E INMOBILIARIO: CUENCA, 2025.

    La ponencia consta de 8 partes que se entregarán de forma periódica.

    1. SU GEOGRAFIA

    “Montañas. Compacta sortija de montañas. Donde quiera que se dirija la mirada, las montañas salen al encuentro, nítidas a pesar de la lejanía, solemnes en su grandiosa austeridad. El cielo se adhiere a sus cimas como una inmensa telaraña azul… Este cinturón de collados apacigua la violencia telúrica de los Andes, dulcifica la orografía y da al valle aspecto de huerto, apariencia apacible de vergel”. 

    De esta manera Efraín Jara Idrovo, en un motivo de celebración poética, describe las cualidades tectónicas de la “Geografía Sagrada” de las culturas Cañari Inca que enmarca el valle de Cuenca: el Guagualzhumi, Curitaqui, Pacchamama, Turi, Icto Cruz, Monjas, Minas, Barabón, Boca de Pescado, El Boquerón, El Calvario, Cabogana, Caushin, entre otros.

    Cuenca ha sido bendecida con el regalo natural de las montañas donde llegan los ríos abriéndose paso por las rocas occidentales, hasta llegar a la vaguada, en cuyo centro se asienta la ciudad. Desde cualquier punto de la urbe la perspectiva se dirige hacia las variadas moles de la cordillera que se funden en los confines del horizonte comarcano. Predominan los colores azul ferruginoso, verde azulado y en algunos flancos colinas ocres desolladas por las garras de la erosión y la fiebre urbanizadora.

    Cuidemos el futuro preservando la belleza telúrica de nuestras montañas, su frágil ecosistema, su diversidad ecológica, los valores y los modos de vida de las culturas locales. Las Naciones Unidas y la FAO, con motivo del “Día Internacional de las Montañas 2017” (11 de diciembre), reivindican la necesidad de que su estrategia de desarrollo sostenible se integre en la Agenda 2030, frente al lema “Montañas bajo presión: clima, hambre, migración”.

    Inspirador lema que motiva pensar sobre el cuidado y manejo sustentable del paisaje de montaña que enmarca el valle de Cuenca.               

    Relación entre el hombre y la naturaleza: tiempos y territorios

    Ensayo presentado en el VIII Workshop RIDOT, Red Interamericana de Observación Territorial; y el XIV Simposio SNDU/PT, Simposio Nacional de Desarrollo Urbano y Planificación Territorial. Junio de 2025. Octava y última entrega.  

    8. COP16 – Colombia y la “Paz con la naturaleza”: Un paisaje humano y físico megadiverso.

    El valor agregado de la COP16 de Cali (21 octubre-noviembre 2024) órgano rector del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), el tratado internacional adoptado en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, radicó en la visión de “Paz con la naturaleza “y en reconocer que la verdadera lucha del siglo 21 es por la vida. Para lograrlo es necesario transformar nuestra relación con la naturaleza, así como las prácticas de producción y consumo.   

    Y la conservación de la diversidad biológica atraviesa la vida de todas las formas: conservación de las especies que permite que podamos comer, tener agua, energía y desarrollar medicamentos, entre otros muchos factores. La biodiversidad con la mirada holística es también el eje de la economía, entendida no solo para salvar plantas, animales o el paisaje, sino para garantizar un estilo de vida digno y bello para cada humano que habita la Tierra.

    Y esa “Paz con la naturaleza”, la paz con la misma Tierra, con todos los territorios, implica no solo advertir el compromiso de los “Derechos de la Naturaleza” en los órdenes de su respeto, resiliencia y financiación para la protección, más allá de lo estrictamente legal, sino que además se debe pensar la naturaleza como “sujeto de derechos” en relación con los “derechos humanos”, la política local y global, la democracia, la justicia social, lo cotidiano de la vida, las organizaciones sociales, los pueblos originarios y la “democracia de la tierra”. La “Paz con la naturaleza” implicará en este sentido la construcción indefinida de paisajes humanos y físicos megadiversos.

    Epílogo

    La relación entre el hombre y la naturaleza en la historia de la humanidad, tanto en los diversos tiempos como en los territorios, ha sido diversa y compleja. Y si seguimos a Thomas Kuhn partimos de la hipótesis de que las visiones históricas globales del mundo y el universo vinculan a las demás ciencias y el pensamiento extra científico, incluyendo el modo de cómo se relaciona el hombre con la naturaleza de toda una época.

    Este ensayo intenta interpretar la relación del hombre con la naturaleza en determinados tiempos y territorios que consideramos relevantes en la historia de la humanidad. Sin duda, habrá otras relaciones, de igual modo importantes, que deberán interpretarse.   

    Sin embargo, esta relación en el siglo 21 enfrenta un punto de inflexión irreversible. La ciencia ha demostrado que el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente en la Tierra en los últimos 200 años ha provocado el calentamiento global de origen antropogénico. Estas acciones han provocado, entre otras consecuencias, cambios en el ciclo del agua, desequilibrios y destrucciones en los ecosistemas marinos y terrestres, el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, la acidificación de los océanos o la desaparición de los bosques y el cambio climático. El consenso científico acerca del papel decisivo de las actividades humanas en el cambio climático que se acelera es absoluto.

    ¿Cómo devolver la ética a una sociedad en la que predomina un consumismo irresponsable que destruye la Tierra? ¿Cómo crear ilusiones en sociedades en las que prevalecen las normas egoístas y no las convicciones colectivas? ¿Cómo dotar de contenido moral a la libertad para huir del libertinaje?

    Los paradigmas de la Pacha Mama o Madre Tierra, la visión morfológica, la filosofía posmoderna y el activismo ecológico, los “derechos de la naturaleza”, Laudato Si y los diferentes tratados internacionales adoptados, incluyendo el de Cali de este año, denominado “Paz con la naturaleza”, han realizado rotundos llamados contra lo difuso y vano del mundo consumista depredador capitalista globalizado, con la honesta pretensión de restituir el pensamiento del sentido común a su cauce natural.

    En este sentido la verdadera lucha del siglo 21 debe ser por la vida. Y la frágil belleza de la Tierra debe cuidarse con la creación de un medio ambiente armonioso, que reconcilie el pensamiento con la materia y el tiempo, y la comunidad con el mundo. 

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    Sagrada Biblia (1999). Traducción de la Vulgata Latina al español (1884) por el Ilmo. Señor Don Félix Torres Amat.

    Serres, Michel; (1990). El contrato natural.

    Solver, Juan Manuel (2021). La noción de Ecosofía en Félix Guattari, XIV Jornadas de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.  

    Vicent, Yusá (2024). Éticas del medio ambiente; La ecología profunda de Arne Naess.

    Relación entre el hombre y la naturaleza: tiempos y territorios

    Ensayo presentado en el VIII Workshop RIDOT, Red Interamericana de Observación Territorial; y el XIV Simposio SNDU/PT, Simposio Nacional de Desarrollo Urbano y Planificación Territorial. Junio de 2025. 

     7. Los “derechos de la naturaleza” en la Constitución del Ecuador y Laudato Si

    La Constitución del Ecuador representa la propuesta más avanzada del nuevo constitucionalismo de los territorios latinoamericanos en lo que tiene que ver con el reconocimiento de los “derechos de la naturaleza” y su encuentro con la teoría y la práctica de los “derechos humanos”. De esta manera se rompe con el modelo antropocéntrico, convirtiendo a la naturaleza, o Pachamama, en titular de derechos a una entidad que no es humana ni es elaboración de los humanos. Este nuevo paradigma abre la posibilidad de nuevos debates filosóficos que cuestionan el racionalismo instrumental de la modernidad, que es el motor ideológico que acelera la depredación provocada por el predominio del capital sobre el equilibrio en relación de lo social con lo natural.

    El reconocimiento de la naturaleza, o Pachamama, como sujeto de derechos se encuentra vinculado indivisiblemente con la ética del Buen vivir o Sumak Kawsay y con la definición del estado plurinacional. Y el régimen del Buen Vivir consagrado en la Constitución se refiere a los siguientes principios ambientales: naturaleza y ambiente sustentables y respetuosos de la diversidad cultural; biodiversidad soberana cuya administración y gestión se debe realizar con responsabilidad intergeneracional; patrimonio natural y ecosistemas para su protección, conservación, recuperación y promoción; recursos naturales no renovables inalienables, imprescriptibles e inembargables; manejo del agua con un enfoque ecosistémico; y, el manejo de la eficiencia energética, el desarrollo y uso de prácticas y tecnologías ambientalmente limpias y sanas, para no poner en riesgo los ecosistemas ni el derecho al agua.      

    Laudato Si (2025)del Papa Francisco, es un llamado magisterial, pastoral y espiritual a todo el mundo, a la Tierra como reunión de todos los territorios, para proteger nuestra casa común por el bien de todos, abordando de forma equitativa la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la sostenibilidad ecológica. La Encíclica toma su nombre de la invocación de san Francisco que es el Cántico de las creaturas que recuerda que la tierra, nuestra casa común, “es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”.

    La Encíclica se desarrolla en torno al concepto de ecología integral, como paradigma capaz de articular las relaciones de las personas con Dios, consigo misma, con los demás seres humanos y con la “creación divina”, retomando todos los textos bíblicos y la elaboración teológica basada en ellos. Asimila los recientes conocimientos científicos disponibles para dar una respuesta concreta a la crisis ecológica. Con esta visión la ciencia es vista como un instrumento privilegiado para escuchar el grito de la tierra que se encuentra herida por la acción depredadora del hombre.

    El documento presenta un diagnóstico, “lo que está pasando a nuestra casa común” en los ámbitos de la contaminación y cambio climático, la cuestión del agua, la pérdida de la biodiversidad, el deterioro de la calidad de vida humana y decadencia social, la inequidad planetaria, la debilidad de las reacciones y la diversidad de opiniones. Luego, se refiere al “evangelio de la creación” que proviene de la tradición judeo-cristiana y la responsabilidad del ser humano respecto a la creación divina.

    En tercer capítulo presenta las causas más profundas de las crisis ecológicas, en diálogo con la filosofía y las ciencias humanas: la tecnología y el poder, la globalización del paradigma tecnológico y las crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno.

    El cuarto capitulo se refiere a “una ecología integral” como un nuevo paradigmade justicia, en el sentido de que los problemas ambientales son inseparables de los contextos humanos, familiares, laborales y urbanos. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. De ahí que el concepto de integralidad debe abarcar: la ecología ambiental, económica y social; la ecología cultural; la ecología de la vida cotidiana; el principio del bien común; y, la justicia entre las generaciones.   

    La Encíclica termina con recomendaciones para algunas líneas de orientación de acción política y la educación y espiritualidad ecológica.     

    Relación entre el hombre y la naturaleza: tiempos y territorios

    6. Filósofos posmodernos y el activismo ecológico

    Ensayo presentado en el VIII Workshop RIDOT, Red Interamericana de Observación Territorial; y el XIV Simposio SNDU/PT, Simposio Nacional de Desarrollo Urbano y Planificación Territorial. Junio de 2025.  

    En la década de los años 60 del siglo 20 los temas ambientales, en América y luego en Europa, se afianzan como un ámbito de amplia preocupación social que ejercerán gran influencia sobre los posteriores movimientos ecologistas. La bióloga marina americana Rachel Carson publicó el libro “Primavera silenciosa” (1962) en el que denunciaba la contaminación y la degradación del medio ambiente provocado por el uso masivo de plaguicidas altamente tóxicos como insecticidas clorados, entre ellos el popular DDT.

    De esta preocupación y conciencia surgirán pensadores en una suerte de combinación de movimientos filosóficos y una plataforma de activismo ecológico. Citaremos unos pocos nombres de este movimiento ecofilosófico que plantea principios normativos y prescriptivos que superan la pura descripción y la predicción científica.     

    La filosofía de la ecología del noruego Arne Naess (1973) suele ser resumida con el lema “piensa como una montaña” que recuerda los proverbios budistas. La sensibilidad y la visión de las relaciones del ser humano con la naturaleza de Leopold y Carson fueron sus fuentes de inspiración de su filosofía ambiental. Propuso los conceptos del “yo ecológico”, la “ecosofía” y “ecología profunda” para referirse al autoreconocimiento de vernos no como simples individuos, sino como parte de una red de seres vivos y formas de expresión de la naturaleza, como viven desde tiempos inmemoriales los pueblos amerindios y animistas.

    El filósofo noruego Naess con George Sessions elabora en 1984 una nueva versión holística de los principios del movimiento de la “ecología profunda” con una clara visión biométrica, o más bien ecocéntrica, que resulta atractiva para los seguidores de la “Teoría Gaia” del inglés James Lovelock, que considera a la Tierra como un sistema autorregulado e interconectado. Subrayan además el carácter sociopolítico del movimiento, apuestan por un cambio del sistema consumista, un uso distinto de la ciencia y la tecnología y cuestionan el progreso entendido como crecimiento económico.   

    El francés Michel Serres (1990) conmina a expresar la belleza del Mundo, el frágil esplendor de la totalidad de la Tierra más que como una gloria antigua del paisaje romántico. La sociedad posmoderna ha hecho que hemos devenido actores globales y en esta medida se pregunta: ¿Cómo responde la Tierra a nuestros actos? En este punto el filósofo propone prever un contrato. Una esperanza de una vida en común para vivir un contrato con la naturaleza. Y una vez más se pregunta: ¿Cómo expresar la frágil belleza de la Tierra?

    El francés Félix Guattari (1996) profundiza en la noción de “ecosofía” de Naess en una perspectiva ético-política que reclama una participación urgente de la humanidad en su conjunto y un involucramiento activo como responsable del devenir futuro de la naturaleza, las sociedades y las culturas. El filósofo propone tres niveles de la “ecosofía”: mental, social y medioambiental, para que la ciencia y la técnica se reorienten de modo radical en sus fines en direcciones más humanas.

    Bruno Latour (2019), el filósofo francés de la ecología contribuyó a difundir conceptos como “zonas a defender”, “modos de existencia”, “actantes”, “zona crítica” o “teoría del actor-red”. En una entrevista recordó un momento iluminador para su trabajo sobre el medioambiente y la crisis climática mientras sobrevolaba el mar de Baffin, hacia Canadá: “Al estar en el avión yo ya no asistía a un espectáculo, sino que estaba modificando el espectáculo puesto que el CO2 que emite el avión influye en la placa de hielo. Antes, este espectáculo, el de la placa de hielo vista desde el avión, habría tenido un espectáculo sublime. Ahora es complicado sentirlo así. Si a usted le dicen que es responsable de lo que ve, el sentimiento es distinto, es una forma de angustia”. Es esta angustia del ser humano que modifica el medio ambiente donde habita la que debe hacer pensar para aterrizar en la reconciliación de la economía, el derecho y la identidad con el mundo real del que se depende.

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