El jardín es un espacio utópico. Mantiene el ideal de un mundo mejor como naturaleza domesticada, obra de arte viva, imagen del mundo y mundo de una imagen. Muestra además las ideas de cada etapa histórica y expresa no solo una cosmovisión y un proyecto de sociedad, sino también un ideal de vida y un modelo ético y estético.
Existe una estrecha relación entre el mundo de la ideas y el arte de atender las plantas. Desde la primera escuela filosófica de la Academia de Platón hasta el jardín de Epicuro, pasando por el Liceo de Aristóteles, el saber filosófico se desarrolló en recintos perfumados vegetales.
La historia del pensamiento se ha visto algunas veces plasmada en los jardines, sean estos públicos o privados. En Oriente (Japón y el Mundo Islámico) los filósofos, poetas y pintores fueron los artífices de sus jardines sensuales y del lenguaje de las fuentes. Mientras que en Occidente (Europa) quedaron en manos de paisajistas y arquitectos, cuya vegetación retrataron la sociedad enclaustrada del medioevo o la absolutista francesa del siglo 17. El jardín de Versalles, con la métrica, el orden y la simetría es el nuevo edén matemático y el modelo más representativo del pensamiento racionalista.
En contraposición a esta monarquía que tiranizó la naturaleza, los jardineros ingleses inspirados en la Ilustración y en los sentidos diseñaron parques naturalistas y espontáneos. Santiago Beruete recuerda que la sociedad capitalista tiene una romántica sensibilidad paisajística: “los aristócratas británicos involucrados en el desarrollo de la revolución industrial y en el consiguiente deterioro de la campiña inglesa, promovieron la estética paisajista que caracteriza el idílico jardín inglés, tratando de recrear la Arcadia que estaban destrozando”.
Los “parques históricos” de América Latina fueron concebidos como naturaleza a pequeña escala, una manera de traer el campo a la ciudad, lugar de paseo para la clase en ascenso y, sobre todo, una nueva forma de ocio en las urbes. Estos parques tempranamente tenían un fuerte carácter simbólico de segregación social, dedicados como salón abierto exclusivo del clero, para los conservadores ilustrados, latifundistas, los primeros banqueros prósperos y el paseo de las damas de la alta sociedad.
Los parques fueron diseñados tomando como referencia los modelos europeos y los jardines de los conventos cuidados para la contemplación, la recreación y el autoabastecimiento. Naturaleza domesticada en forma de árboles nativos y exóticos podados y plantas ornamentales. También aludían al patio principal y a la huerta de la casa tradicional, los pulmones aromáticos, cromáticos y sonoros de la vivienda. Además se dispusieron con estudiada geometría caminarías y rincones para la sombra y el romance con la melodía de la fuente de agua interminable, que no se cansaba de arrullar las querencias, configurando espacios delicados y amorosos.
Pero la naturaleza no es solo controlada por el jardinero sino que éste a su vez es guiado por la naturaleza. Lo seres humanos y las plantas se han amaestrado mutuamente. ¿Quién controla a quién entre un jardín y un jardinero? Todos los jardineros lo saben: “la única manera de controlar la naturaleza es obedecerla”. El buen jardinero sigue el sendero que indica la naturaleza para hacer un bello jardín.
No hay mejor lugar para descansar, pasear, contemplar, pensar o leer un libro que el jardín. Es un remedio para los conflictos, para acallar el ego y renovar la conciencia. Salir al jardín supone, más que un simple romanticismo, entrar en nosotros mismos para abrirnos a los demás.
Jardinería y filosofía restauran cada una a su manera nuestra confianza en el mundo. En estos tiempos de incertidumbre pensar el jardín y ajardinar la filosofía permiten sembrar en nuestros paisajes interiores utopías realizables.
Referencias:
- Santiago Beruete; “Jardinosofía: una historia filosófica de los jardines”, 06-2016.
- Facultad de Arquitectura y Urbanismo de La Universidad de Cuenca; “CONAR y la Arquitectura Moderna Apropiada”, Carlos Jaramillo Medina, 06-2016.
- Rafael López Guzmán, et al; “La Arquitectura del Islam Occidental”, 1995.
- Varias páginas de Internet.
- El gráfico histórico que acompaña al texto corresponde al Parque Abdón Calderón de la ciudad de Cuenca.










